Una vez más el dolor, la impotencia, la rabia y la solidaridad se hacen presentes ante el asesinato de una persona como tú y como yo, a manos de la policía. Esta vez la brutalidad policial (dos conceptos íntimamente asociados) se cobró la vida de Fidel Flores, poblador cajamarquino, padre de 7 hijxs, quien a través de un préstamo para la compra de una motosierra que no pudo pagar, terminó perdiendo su vivienda judicialmente (en extrañas circunstancia *); ante la orden de desalojo él y los suyos deciden resistirse, amotinándose en la vivienda, defendiéndose con piedras, palos e incluso una bomba molotov, situación tras la cual la policía, acompañada de matones con los rostros cubiertos, empezaron el desalojo. Y ante la feroz resistencia de Fidel, desde el 2do piso del inmueble, deciden dispararle más de 60 perdigones en diferentes momentos, incluso cuando ya había sido reducido, cuando los familiares suben a auxiliarlo reciben una brutal paliza e incluso seguían golpeando a un Fidel agonizante.
Estos son los hechos, que conmueven, indignan y nos recuerdan otros asesinatos en Cajamarca en los últimos años. Como el de 5 pobladores en una manifestación contra el proyecto Conga, ellos eran Joselito Vásquez Jambo, César Medina Aguilar, José Silva Sánchez, Paulino García Rojas y José Sánchez Huamán, 5 pobladores más, asesinados por la policía en la región Cajamarquina de los más de 40 asesinados en lo que va del gobierno de Humala (Baguazo por ejemplo, con 11 muertos según la prensa oficial). Y tampoco olvidemos los casos de torturas y “suicidios” en comisarias, como el de Gerson Fallas, pues si bien hay diferencia entre las motivaciones de las diferentes personas que entran en confrontación con la policía/militar el accionar de estos últimos es el mismo en todas las situaciones.
Fidel era un poblador y trabajador cajamarquino que tiene todas las de perder frente a un Banco, que otorga préstamos con tasas de intereses que hacen que prácticamente termines trabajando solo para pagar los intereses. Luego el Banco dispone del poder económico suficiente para ganarle la casa en un juicio y subastarla; por otro lado la nueva propietaria también dispone de cierto poder económico pues es capaz de contratar al menos 10 personas para el desalojo y obviamente poder contratar a la policía que, sin dinero no te mueven un solo efectivo, y para incentivar económicamente a una jueza que pudiendo parar, por falta de garantías, el desalojo, no lo hizo, evidenciando un interés de llevarlo a cabo sí o sí.
No debería sorprendernos esto último, esto es a mi parecer un experimento que se viene construyendo para aplicar “mano dura” en cualquiera de los más de 200 conflictos socioambientales que se registran en lo que se conoce como Perú. Se preparó el terreno de la mano del Decreto de Ley 30151 que textualmente dice
“Está exento de responsabilidad penal, el personal de las Fuerzas Armadas y de la Policía Nacional del Perú que, en cumplimiento de su deber y en uso de sus armas u otro medio de defensa, cause lesiones o muerte”.
Cabe resaltar que esta ley pasó desapercibida en un momento en que tanto la organización a nivel social está bastante desarticulada y solo se vislumbran como oposición a proyectos específicos y lamentablemente aun sin una articulación mayor. A raíz de sectores principalmente democráticos y reformistas piden separar a los malos policías, se cambian 2 mandos policiales y se acabó el asunto, el asesinato al olvido, pero no, esto no es algo aislado, es parte de una política que no viene solo de este gobierno, ni del anterior, es una forma de afrontar los conflictos desde el estado, desde el poder. Y particularmente la policía como institución tiene las manos llenas de sangre desde sus orígenes. Por eso los consideramos desclasados y no trabajadores, por eso es que no podemos esperar de ellos nada más que abusos, torturas, balas, etc. y obviamente de nuestra parte que no esperen la otra mejilla.
Para finalizar quiero hacer énfasis en que si bien nuestra primera respuesta debe ser la solidaridad con la familia de Fidel Flores y con la población en la que vivió, debemos también preocuparnos en la agitación y la propaganda sobre lo que es la policía y su rol, los intereses que defiende y sus metodologías a través del tiempo que se han marcado por la existencia de clases sociales.
Termino con una frase de un rondero cajamarquino: Antes teníamos que cuidarnos de los criminales y delincuentes, ahora también tenemos que hacerlo de la policía, pues no son distintos de estos primeros.