Nuestra posición frente al apoyo de los dirigentes del mov. estudiantil chileno a la “Revolución Bolivariana”

FECH

Muchos de los que hemos participado en actividades, acciones y discusiones dentro de ese movimiento que se suele denominar como “estudiantil” nos hemos encontrado con la sorpresa en los últimos días de distintas declaraciones de dirigentes y organizaciones políticas estudiantiles que llaman a defender la “revolución del pueblo venezolano”.

Esta situación que no ha sido discutida en profundidad por el movimiento y que guarda importantes connotaciones, es pronunciada por las organizaciones políticas estudiantiles que más protagonismo han alcanzado en los últimos tiempos dentro de los medios de comunicación en chile y dentro de las federaciones de las universidades chilenas. Nos referimos al Frente de Estudiantes Libertarios (FEL) y la Unión Nacional Estudiantil (UNE). Aquí los comunicados respectivos de cada organización: FEL, UNE.

Sin embargo, ellos no han sido los únicos, también secciones estudiantiles del partido comunista chileno, parte de la coalición de la social-democracia-neoliberal denominada Nueva Mayoría que será prontamente gobierno en Chile de la mano de la señora Bachelet, han emitido su defensa a este “proceso revolucionario” como se denota en esta carta al mercurio de la secretaria de la federación de estudiantes de la universidad de chile (FECH)

Extrañamente, las dos primeras organizaciones en su discurso han atacado continuamente a la segunda, acusándolos de reformistas, pero en la práctica vemos que ambos tienen más de alguna cosa en común, como se deja ver en la defensa férrea al gobierno bolivariano.

También nos resulta extraño que Melisa Sepúlveda, la presidenta de la federación de estudiantes más importante de chile (FECH) y miembro del Frente de estudiantes Libertarios (FEL) haya declarado a los medios hace pocos meses que suscribía al anarquismo, y poco tiempo después sea propulsora de las declaraciones antes mencionadas las cuales defienden los “procesos electorales legítimos”, la “defensa a la democracia” y “el respeto a la constitución”, lenguaje muy particular si uno mira la tradición teórica y práctica del anarquismo a nivel histórico y mundial.

En relación al otro grupo con alto poder dentro del movimiento estudiantil, la UNE, no nos sorprenden mucho sus declaraciones, ya que concuerdan con su espíritu social-demócrata, el cual se vio fielmente reflejado en el apoyo irrestricto que tuvieron en la campaña del ex-presidenciable Marcel Claude, sujeto ena (social-democracia autentica, no la nueva como mayoría que taque encarnaba de la mejor manera la social-democracia chilmbién tiene un discurso social, demócrata, pero una práctica neoliberal). Además con esto, es decir participando en la lógica política heredada de la dictadura, la UNE legitimó totalmente el sistema electoral y constitucional que heredó el chile de Pinochet, sistema que incansablemente dicen combatir.

Estas críticas no las hacemos desde la óptica de la burguesía, como se habrán dado cuenta por el fondo de nuestras reflexiones y el lenguaje utilizado, aún así lo dejamos claro porque estos grupos que manejan las federaciones del movimiento estudiantil chileno, suelen atiborrar con insultos a todos aquellos que no están de acuerdo con sus argumentos tratándolos de: pro-imperialistas, fascistas, pequeño-burgueses, y un montón de otros epítetos que desarrollan recurrentemente en sus argumentos cuando se les profesa una crítica que no cabe en su programa político.

Esta crítica tampoco la hacemos (como sí lo hacen los dirigentes estudiantiles) desde aquella visión que respeta la democracia, las elecciones, las constituciones y todos los supuestos derechos e instituciones fundamentales de nuestra sociedad que fueron heredadas de la revolución francesa, revolución en donde (lo recordamos por si a alguien se le había olvidado) la clase social que triunfó fue: la burguesía.

Estas reflexiones tampoco significan un apoyo al “movimiento estudiantil” y de protesta actualmente en Venezuela, sabemos que existen elementos involucrados con la derecha venezolana y no nos extrañaría que el estado de EE.UU. también estuviera involucrado, la historia nos dice que estos hechos ocurren. Aunque todo parece indicar que lejos del conspiracionismo del gobierno venezolano, estamos frente a un movimiento de carácter más espontaneo que planeado, el cual incluso ha sobrepasado el accionar de la derecha venezolana. Además no concordamos con las exigencias de este movimiento que ha salido a las calles venezolanas bajo los mismos lemas de “respeto a la democracia” y reconstitución de los supuestos “derechos fundamentales” que entrega el capitalismo liberal.

Pero tal como recordamos esto, también recordamos que durante la historia muchos gobiernos que se han pretendido revolucionarios y junto al “pueblo”, con el tiempo han derivado en las peores degeneraciones de la opresión y la represión.

Es por eso que nuestra crítica no la hacemos desde estos puntos de vista, sino que desde la teoría y práctica comunista y anarquista. Sí, leyeron bien, desde el comunismo y el anarquismo, porque a pesar de que se ha repetido incansablemente que son conceptos antagónicos y excluyentes, la historia del movimiento revolucionario muchas veces ha dicho lo contrario. Es menester recordar que en sus comienzos tanto el anarquismo como el comunismo pretendían abolir el Estado, el capitalismo, y por tanto las clases sociales. Nosotros hacemos la crítica desde el anarquismo que supuestamente profesa la presidenta de la FECH y el FEL, como desde el comunismo que supuestamente profesa la UNE (para ser más precisos la UNE ocupa el termino de socialismo, pero también debemos recordar que en los comienzos del movimiento obrero en el siglo XIX: socialismo y comunismo eran utilizados como prácticamente sinónimos, y de hecho pasaba algo similar con el anarquismo.

Volviendo a la historia es necesario aclarar que diversos grupos ligados al comunismo durante el siglo XX (particularmente al comunismo de consejos, el pensamiento situacionista y las corrientes comunizadoras, junto con otras) han encontrado importantes conexiones con el anarquismo, así como trascendentales pensadores dentro del campo ácrata como Pedro Kropotkin, Errico Malatesta y Luigi Fabbri han abogado explícitamente por el anarco-comunismo o el comunismo anárquico.

Esto no quiere decir que no existan diferencias, de hecho las hay. Los grupos estudiantiles que emitieron estas declaraciones, por ejemplo, adscriben mayoritariamente a una variante del comunismo que es el leninismo. El leninismo como ideología es solo una pequeña fracción de la teoría revolucionaria en general, y de la comunista en particular (que tenga mucho militantes no es sinónimo de que sea más importante o valida, si es por un hecho cuantitativo la ideología más valida sería la capitalista, ya que es la más profesada por la gente).

De hecho los comunistas de consejos ya en 1920 criticaban ácidamente a los leninistas considerándolos autoritarios, estatistas y ambiciosos de poder, incluso argumentando que los leninistas no eran comunistas, sino social demócratas o capitalistas de Estado (aquí se puede revisar el pensamiento de los comunistas germano-holandeses como Pannekoek e italianos como Bordiga, así como figuras clave del pensamiento comunista de la época como Rosa Luxemburgo). Por otra parte, el anarquismo ha batallado históricamente contra el leninismo por su autoritarismo y su obsesión de sobreponer los fines por sobre los medios. Las matanzas genocidas durante el gobierno bolchevique en contra de los anarquistas ucranianos que lucharon junto con Lenin para derrocar al gobierno zarista, aumentan la desconfianza entre ambas teorías o ideologías revolucionarias.

Así vemos que incluso existe más conexión entre la teoría anarquista y la comunista de consejos, que entre los comunistas consejistas y los comunistas leninistas. Lamentablemente toda esta rica historia teórica y práctica que tiene el movimiento revolucionario en su historia, y que es sumamente relevante rescatar para tener una salida verdadera al modelo actual, ha sido eclipsada por solo una esfera de ésta, relacionada con el comunismo-leninista (debemos aquí hacer un pequeño paréntesis considerando que efectivamente existen algunos grupos que reivindican el leninismo, pero se han negado a participar en el estado, el ejemplo emblemático es el MIR que siempre tuvo una postura crítica a la social democracia y la institucionalidad en el gobierno de Allende. Actualmente existen grupos en chile que recogen ese legado y que a pesar de considerarse leninistas, han incorporado distintas prácticas que los acercan al comunismo consejista e incluso al anarquismo. Además se debe agregar que en Venezuela de los pocos grupos opositores desde una perspectiva revolucionaria están los guevaristas y leninistas)

El comunismo de consejos y otras corrientes comunistas autónomas depositaban su fuerza en la generación del poder horizontal de los consejos obreros (los famosos “soviets” que fueron traicionados, disminuidos y subvalorados por los bolcheviques después de que adquirieron el poder del estado) por sobre el Estado o los gobiernos. El anarquismo tomó el camino de la acción directa, la autonomía, la autogestión, la crítica a la democracia con su aparato electoral y la no separación entre fines y medios. Todos estos valores fueron compartidos, en diferentes medidas, por ambos grupos, y son los mismos que ahora fundamentan nuestra posición en este escrito. Reflexión que también se fundamenta en la primera organización proletaria anticapitalista de la historia –la primera internacional- fundada en 1864 tanto por comunistas como por anarquistas, la cual gritaba incasablemente su más relevante consigna “la liberación de los trabajadores será hecha por los trabajadores mismos o no será.” ( o sea, no por estados, caudillos, intelectuales y demás especialistas de la militancia).

Cuando estos movimientos revolucionarios analizaron los caminos institucionales, del control del estado a través de las urnas y de respeto a la democracia liberal (como es el caso del “proceso bolivariano”) los tildaron como reformistas, y no como revolucionarios.

Es por eso que no resulta extraño que nosotros, que nos declaramos herederos de las prácticas y reflexiones de todos aquellos que se han plantado de forma antagónica frente al estado y el capital, nos autodenominemos como anarquistas y comunistas a la vez.

Y también por eso es que no entendemos cuando los líderes estudiantiles hablan de “revolución bolivariana”, porque para nosotros la revolución es algo completamente distinto a lo vivido en Venezuela, ya que una revolución tal como la plantearon muchas corrientes revolucionarias durante la historia de la humanidad no está fundamentada en el poder del estado, el triunfo en elecciones democráticas realizadas en países capitalistas, ni en el ensalzamiento a-critico de caudillos, dirigentes y gobiernos de cualquier clase. Para nosotros la revolución es, ante todo, un proceso no institucional y anárquico ya que se fundamenta en la construcción de relaciones sin autoridad, y un proceso comunista, ya que adquiere su verdadera fuerza en las comunidades.

Se nos dirá que el gobierno venezolano representa a las comunidades y al “pueblo” venezolano, sin embargo un largo recorrido por la historia nos ha demostrado que quienes decían representarnos y se anclaron en el aparato estatal terminaron reproduciendo las lógicas del modelo de dominación capitalista (no está de más recordar que el capitalismo nace en conjunto con la aparición de los estados modernos, y la consolidación de ambos siempre fue un proceso colaborativo y reciproco, es decir no antagónico). Por otro lado, nos preguntamos ¿qué tanta incidencia tienen las comunidades y el “pueblo” en las decisiones dentro de la “revolución bolivariana”? Para evitar problemas frente a esta pregunta en donde todos tenemos distintas opiniones creo que lo mejor sería sincerarnos y ser claros con nuestro lenguaje, ya que es la única manera de comunicarnos y no caer en malos entendidos.

Tanto Marx como Bakunin insistieron en dejar claro que el “pueblo” no era sinónimo de estado, y que las sociedades habían existido durante milenios sin estados, por lo cual esta ultima estructura no era natural, sino un constructo histórico. Las sociedades han existido sin estado, pero no al revés. El movimiento revolucionario ha denominado como única verdadera emancipación las acciones tendientes a la abolición del estado, las clases sociales y el capitalismo. A las acciones que solo buscan atenuar un poco del poder de los capitalistas para dárselo al estado y sus burócratas, siempre han sido tildados como reformistas.

Esto no quiere decir que todos los gobiernos sean totalmente iguales, efectivamente el gobierno bolivariano de Venezuela no es lo mismo que un gobierno capitalista tradicional (o uno extremadamente neoliberal como el chileno), lo que estamos tratando de decir es que frente a la óptica comunista y anárquica estamos frente a un clásico gobierno social-demócrata y estatista basado en la figura populista de lideres carismáticos y partidos políticos con cierto nivel de apoyo en las elecciones, nada más que eso. Que muchos compañeros se atrevan a hablar de que estamos ante una “revolución” es que desconocen las ideas más fundamentales de la teoría revolucionaria, o bien están engañándose ellos solos. Porque puede parecer sumamente rupturista un gobierno como el venezolano después del azote despiadado del neoliberalismo y las privatizaciones en Latinoamérica durante las últimas décadas, pero en sentido estricto estamos ante una vuelta de la social-democracia en la región, no una revolución. Y si decimos lo contrario es porque repetimos como papagayos la versión oficial del gobierno venezolano y lo que dicen el numeroso club de nostálgicos intelectuales y burócratas de izquierda que pululan por Latinoamérica beneficiándose de este tipo de gobiernos que les suelen dar trabajo, reconocimiento y poder. En definitiva que no tenemos la capacidad para pensar por nosotros mismos y hacer una lectura crítica como es deber de cualquier individualidad o grupo con intención revolucionaria.

Así, cuando los dirigentes estudiantiles defiendan al “pueblo venezolano” en sus discursos, por favor que digan sinceramente que defienden al estado venezolano, porque podremos tener diferencias entre nosotros, pero si algo hemos investigado sobre la práctica y la teoría revolucionaria durante la historia de la humanidad nos podemos dar fácilmente cuenta que la sociedad de un territorio no es sinónimo de estado, y en eso nos abalan los miles de pueblos que han sido sometidos por el aparato estatal. Lo mismo, cuando hablen de “revolución bolivariana”, por favor que digan “reformismo bolivariano”

Siguiendo este sencillo consejo se acabarían bastantes ambigüedades en su discurso y se sincerarían nuestras intenciones.

La internacional situacionista, organización revolucionaria que existió desde 1957 hasta 1972, la cual revitalizó el pensamiento de Marx y se ancló en premisas básicas del comunismo de consejos y el anarquismo tenía una metodología de acción que se denominaba “desvío”. Éste consistía en manipular propaganda generada por los capitalistas cambiándoles pequeñas sutilezas, las cuales lograban desenterrar el verdadero sentido de los mensajes pronunciados. En los comunicados de esos grupos podemos aplicar el desvío situacionista para demostrar la verdadera intención y subjetividad que guardan estos textos. Las palabras originales son tachadas y las entreparentesis son las que verdaderamente comunican las ideas que expresan. Todo lo cual dejaría sus declaraciones así:

Federación de Estudiantes de la Universidad de Chile (FECH): “Es en ese sentido que rechazamos todo intento de desestabilización, acaparamiento de alimentos y de golpismo que busca pasar por encima de las decisiones soberanas del pueblo (estado) venezolano, y cortar por esa vía el camino revolucionario (reformista) que ha escogido.”

Unión Nacional Estudiantil (UNE): “Manifestamos nuestro apoyo al bravo pueblo (estado) venezolano que hoy defiende no solo un Gobierno sino un proyecto político, económico y cultural para toda nuestra América Latina, legado por el Comandante Hugo Chávez.”

Frente de Estudiantes Libertarios: “Todo nuestro apoyo y solidaridad al pueblo (estado)trabajador venezolano, actor principal de la construcción del socialismo (reformismo) en su país y en el cual confiamos plenamente. En el radica no sólo la fuerza para detener este tipo de maniobras por parte de quienes buscan terminar con el proceso de cambio que allí llevan adelante hace más de 15 años; sino que es ese mismo pueblo (estado) el llamado a construir el socialismo (reformismo) hoy en su país y el continente entero. Aún falta mucho, existen contradicciones y cuestiones por debatir como en cualquier proceso, pero el proyecto socialista (estatista) sigue intacto. A profundizar el proceso bolivariano, a construir el socialismo reformismo.”

Por último quisiéramos decirles que cualquier persona que este mínimamente informada de lo que sucede actualmente en Venezuela (y asumimos que ustedes están muy bien informados para emitir tantos comunicados) sabe del control que han logrado los partidos de gobierno sobre el ejercito del país, por lo cual hablar tan prontamente de “inminente golpe de estado” es a lo menos una irresponsabilidad o jugar con las subjetividades, ya que además nosotros en chile bien sabemos que para derrocar un gobierno y propiciar un golpe de Estado hacen falta más que algunas manifestaciones estudiantiles, nosotros hemos vivido eso y la experiencia así lo comprueba. Y aunque la posibilidad de un golpe nunca puede descartarse porque no somos adivinos o magos creemos que deben hacer un esfuerzo por no repetir lo que dice la prensa oficial del estado venezolano y generar lecturas propias con un mínimo de critica con lo que se vive en esa región del planeta, es decir visibilizando verdaderamente sus contradicciones, limitaciones y defectos.

Con estas críticas seguramente se nos tachara de “hacerle el juego al imperialismo”, sin embargo creemos que no es suficiente argumento, además de considerarlo profundamente sospechoso por su similitud en relación a los típicos comentarios de la izquierda progresista y la social-democracia, la cual dice que “le estamos haciendo el juego a la derecha” cada vez que nos negamos a votar en las urnas (este fue un argumento clásico de la coalición de Michelle Bachelet en las últimas elecciones en chile).

Se nos dirá también que nuestra crítica es muy elevada para el “pueblo” y pondrán el ejemplo de que no pensamos en la “señora juanita” que va todos los días a comprar el pan. No negamos que pueda existir una mayor garantía en el acceso a la salud y la educación durante los gobiernos chavistas (un cambio reformista que privilegie a sectores históricamente desposeidos por el capital), pero nosotros les preguntamos sinceramente y sin ironías ¿de verdad creen que la señora Juanita tiene alguna incidencia en lo que sucede actualmente frente al duopolio de poder que tienen, por una parte, el estado bolivariano y sus dirigentes, y por otra, los poderes capitalistas que aún perviven en Venezuela? Se nos responderá que el estado representa la voluntad del “pueblo” y de la “señora juanita”, pero nosotros les recordamos que las revoluciones no consisten en que “representantes del pueblo” hagan la revolución por ellos, consiste en que la haga el “pueblo” mismo sin representantes de ninguna clase, de lo contrario estamos ante reformas que mantienen la actual lógica de dirigentes y dirigidos, jefes y empleados, revolucionarios profesionales y el “pueblo”, clases bajas y clases altas (conformadas ahora por una negociación entre burócratas y capitalistas), especialistas de la revolución y ovejas que siguen sus órdenes.

Estos grupos hablan del “pueblo” como una entidad cuasi-metafísica que es inherentemente buena, cuando sabemos que la mayoría de la gente que habita nuestros territorios ha adscrito a los valores capitalistas, individualistas, consumistas y demases. El “pueblo” que ellos dicen representar, en realidad no existe, si existiera las cosas serían muy distintas. El triunfo del sistema ha sido naturalizar la ideología burguesa en la mayoría de la población, ya no como algo externo, sino como algo natural, incluidos los sectores más desfavorecidos de la sociedad. La gente, aunque sufra profundamente por el capitalismo, también desea profundamente el modo de vida y éxito que le propone continuamente a través de su propaganda y publicidad incesantes.

El ciclo de protestas y luchas que se ha venido gestando en chile desde 2011, ha demostrado que existen pequeñas fracturas en esta visión y se empiezan a figurar algunas alternativas. Se ha venido gestando con mayor fuerza el movimiento estudiantil, los trabajadores portuarios y otros gremios, movimientos en regiones que utilizan la acción directa como Freirina o Aysen, organizaciones mapuche, protestas en poblaciones, el surgimiento de grupos anarquistas, comunistas, feministas autónomos y un largo etc. Todos ellos configuran un movimiento que empieza a desconfiar en la lógica de las jerarquías, los representantes y la institucionalidad vigente. Este movimiento que viene gestándose desde los márgenes de la institucionalidad es incipiente y aún muy débil, pero nuestra única alternativa y esperanza.

Los próximos años serán decisivos sí queremos seguir construyendo por aquí, o bien nos volcamos hacia la institucionalidad y el acoplamiento con el Estado. Quienes crean en la primera opción estarán, desde nuestra visión, teniendo fe en la capacidad de auto-organizarse de las propias comunidades, quienes opten por lo segundo, serán los que en realidad no creen posible que la gente como la señora juanita puede organizarse, y por tanto necesitaran representarla paternalistamente como sus dirigentes-profesionales. Creemos que ellos no están realmente con el “pueblo” que dicen defender, porque realmente lo subestiman y no lo creen capaz de auto-organizarse para generar cambios de forma autónoma, y por eso su obseción con copar el aparato estatal y las dirigencias de sindicatos, federaciones estudiantiles, gremios y demases.

Nos vemos obligados a vivir con sueldos miserables, pensiones de vejez irrisorias, salud altamente privatizada, estudiantes endeudados millonariamente por estudiar, campamentos de pobladores en situación extrema de pobreza, represión a los mapuche, destrucción de los ecosistemas, miles y miles de familias altamente endeudadas en un país extremadamente neoliberal que genera riqueza en base al crédito, etc, etc. Estos problemas son reales y estamos por configurar espacios de resistencia en torno a ellos, para potenciar las legitimas luchas de todo grupo por fuera del estado que tenga la necesidad de cambiar las cosas. Una respuesta válida que se nos puede argumentar es que ese proceso de auto-organización es muy lento y que existen necesidades concretas de la gente de carne y hueso (más allá de las divagaciones teóricas). Y eso es cierto, y también es cierto que ahí hay un problema moral que no está totalmente resuelto. Sin embargo, lo que nosotros intentamos plantear es hasta qué punto las regalías que pueda dar un gobierno progresista en estas materias son realmente proyectables en el tiempo. El caso del gobierno de Allende y la Unidad Popular en chile es un caso paradigmático al respecto. Las impresionantes concesiones que entregó el gobierno de esos años a los más pobres y explotados por el capital, más allá de su sincera intención, fueron aplastados de forma impresionante de un día para otro sumiendo a chile en un exterminio total de toda expresión de organización, situación que nos tiene como estamos ahora. Nosotros creemos que todo gobierno, por más regalías en los derechos que haga a las comunidades, no puede sustentarse en el tiempo si éstas últimas no están verdaderamente empoderadas desde abajo, y el caso venezolano no es realmente una expresión de esto, porque los beneficios a las comunidades están sustentados en el poder de los partidos que han logrado hacerse del estado principalmente a través de elecciones, no de procesos de auto-organización autónomos. La pregunta central es ¿hasta qué punto este tipo de gobiernos podrán proyectar en el tiempo está situación?

Lo que nos mueve a nosotros no es tanto el inmediatismo en la construcción de esos cambios básicos, como su proyectualidad histórica en el tiempo. El gobierno de la unidad popular en chile durante el periodo 1970-1973 hizo cambios mucho más radicales que los que hace el estado venezolano hoy, pero aún así, de qué nos sirve esta radicalidad reformista desde el Estado, si la historia a demostrado que duran extremadamente poco. Nos interesa su proyección, y ésta solo puede ser alcanzada a través de un empoderamiento autónomo de las comunidades que tienen necesecidades antagónicas a la burguesía, todos los otros caminos ya se han planteado en la historia y han fracasado, en cambio éste es una tarea que aún no logramos cumplir.

Siguiendo con el tema de la confusión teórica y práctica de estas organizaciones que no diferencian bien entre procesos reformistas y revolucionarios, así como la diferencia entre sociedad y estado, resulta preocupante hasta dónde nos está llevando esta actitud de mezclar conceptos a conveniencia de la situación y del programa de las organizaciones, más que de seguir la tradición histórica del movimiento revolucionario. Con sorpresa y espanto hemos sido testigos del surgimiento de grupos como los nacional libertarios, los cuales desde un supuesto pensamiento libertario profesan ideas nacionalistas (http://nacional-libertarios.com/). No tenemos cómo saber si este grupo tiene relación con los libertarios chilenos del FEL, pero es probable considerando que ellos son casi la única organización que se declara con ese adjetivo, además que su aspiración por adquirir militantes es conocida, quizás por eso mismo en las pasadas elecciones varios grupos vinculados a este mundo libertario apoyaron sin asco a Marcel Claude, el candidato de la social-democracia.

Este apoyo al gobierno de Maduro, no es una casualidad por parte de los dirigentes del movimiento estudiantil del PC, UNE Y FEL. En Latinoamérica pasan día a día muchos sucesos que merecen apoyo, pero los dirigentes no se pronuncian. Las activas luchas de los estados del sur de México como Oaxaca y Guerrero que han levantado demandas en los últimos tiempos siguiendo las ideas del neozapatismo anclado en Chiapas no han recibido apoyo. Las protestas por el paro agrario-campesino en Colombia que han dejado decenas de muertos desde el año pasado tampoco han recibido comunicados de apoyo. Las luchas campesinas e indígenas que día a día se realizan en Latinoamérica tampoco. El fuerte movimiento de protesta en Brasil que hubo hace algunos meses ni siquiera molestó a los dirigentes a organizarse en bloque para emitir algún juicio conjunto. Sin embargo rápidamente realizan estos comunicados (sin preguntarle a nadie más que a ellos mismos) que apoyan y hablan de lo que sucede en Venezuela. Si los dirigentes apoyan este “proceso” y no otros es porque evidentemente privilegian las luchas en donde el estado tiene un protagonismo como supuesto representante del bien común.

Estas reflexiones también nacen del hecho de que el movimiento estudiantil ha sido una importante vitrina para acceder a los cargos de poder dentro del aparato de dominación estatal chileno (en las recientes elecciones 4 ex-dirigentes del movimientos que rechazaban la constitución, el sistema político chileno y reivindicaban la autonomía del movimiento terminaron siendo diputados de la república). Es por eso que nos daría al menos pena y rabia que ahora las facciones “ultras” y “revolucionarias” que han tomado las riendas de la dirigencia del movimiento como el FEL y la UNE empezaran a utilizar en un futuro próximo el movimiento estudiantil (y otros movimientos) como trampolín para acceder a cargos de poder en el estado y para cumplir los objetivos de sus organizaciones, más que el objetivo (como les gusta decir a ellos) del “pueblo”. Porque no sé si se han dado cuenta pero el “pueblo” no son ustedes, sino que la abrumadora cantidad de explotados por este sistema que naturaliza la existencia del capitalismo y los estados como si estos fueran prácticamente parte de la naturaleza del ser humano o su ADN. Y entre este colectivo de sujetos explotados (y explotadores, porque muchas veces con nuestras prácticas y discursos validamos la explotación, incluso los que nos declaramos “revolucionarios”) estamos nosotros, ustedes y millones de otras personas que aún no generan un juicio o reflexión respecto a estos temas, porque lo que necesitan precisamente es reflexionar y pensar, antes de encontrar las organizaciones, dirigentes, partidos, caudillos o estados iluminados que los vengan a liberar. Nosotros no podemos liberar a alguien que no quiere hacerlo, tomar este camino es crear masas de ovejas que sigan nuestro pensamiento o nuestro programa, buscando siempre aumentar el número de militantes, más que una militancia radical y critica que busque una verdadera transformación del sistema. Nosotros no estamos por hacer crecer en numero a nuestras organizaciones, sino por aportar en la construcción de una subjetividad radical en la población, situación que no se logrará potenciado a la ORGANIZACIÓN entendida como un aparato y estructura política por fuera de la gente, sino que potenciando a la ORGANIZACIÓN entendida como una relación social y una actividad en constante dinamismo que desarrolla la gente. No necesitamos organizaciones proletarias numerosas, necesitamos al proletariado organizándose (cuando hablamos de proletariado no nos referimos al obrero industrial, sino a todos aquellos que tienen que vender su fuerza de trabajo para sobrevivir, desde una cajera de supermercado hasta un profesor de escuela. El proletariado puede ganar mayores o menores sueldos pero se caracteriza por su desposesión total sobre la dirección y rumbo que toma su vida a la de sus congéneres)

Las experiencias de revueltas en Freirina, Tocopilla y Aysen, en donde las organizaciones políticas con intención revolucionaria tuvieron una mínima participación e incidencia en las mismas, demuestra que el proletariado tiene la capacidad para auto-organizarse sin la necesidad de organizaciones que les digan qué hacer. El problema central de estas pequeñas insurrecciones no fue tanto que no existiera una organización revolucionaria que guiara el conflicto, sino la falta general de cultura política del proletariado en nuestro país. Quién crea que es la organización política la que introduce la conciencia política en el proletariado, simplemente subestima al proletariado. Insistimos, no se trata de potenciar a la ORGANIZACIÓN como aparato, sino como relación social, como una actividad. No necesitamos gente en nuestras organizaciones, necesitamos gente organizándose.

Creemos que cuando los dirigentes estudiantiles chilenos hacen estas declaraciones en apoyo a estados se demuestra que su subjetividad. Más que pretender crear sujetos empoderados y organizados revolucionariamente, intentan crear una organización revolucionaria poderosa. Es por eso que nos preguntamos ¿hasta qué punto hacen lo que hacen para beneficiar la organización de las comunidades o para potenciar simplemente su propia organización?

Aquí no se trata tanto de quién tiene la razón, como de plantear interrogantes que aporten en la construcción de nuevos y mejores caminos para la emancipación. También se trata de sincerarnos en la utilización de nuestro lenguaje y evitar las confusiones, ya que la razón sólo nos la dará el tiempo y la historia. Incluso, nuestras diferencias podrían ser fundamentales para generar un proceso de emancipación que involucre distintas visiones que se complementen para futuros logros como comunidad. Sin embargo esto no ocurrirá si se sigue con esta posición de confusión teórica y de ambigüedad en nuestras prácticas y discursos (primero hablamos de la importancia de la autonomia en los movimientos sociales y luego apoyamos a candidatos para las presidenciales. Primero nos decimos anarquistas, y luego defendemos las elecciones legitimas y el estado de derecho. Primero decimos que estamos en la calle luchando, y luego tratamos de acceder al parlamento.).

El movimiento estudiantil con todos sus logros al desestabilizar primero el gobierno de Bachelet en 2006 y luego el de Piñera en 2011, en donde logró demostrar que era posible romper la pasividad en uno de los países más neoliberales del mundo no ha logrado profundizar su discurso más allá de la petición por una “educación gratuita”. Y aunque esta demanda se configura como algo valido en un país en donde todos los derechos fundamentales están privatizados, urge preguntarse ¿y después de que se logre esta demanda qué hará el movimiento? Pareciese ser fundamental hacer una crítica más profunda que cuestione la actual lógica de la educación en donde las escuelas y universidades (independiente de su condición privada o pública) reproducen un monopolio del conocimiento para ponerlos a disposición del aparato capitalista. Pedir estudiar gratis, para luego no tener más opción que poner los conocimientos adquiridos al servicio de un modelo que ha transformado todo en mercancía tiene profundas limitantes. Tampoco se ha cuestionado el papel adoctrinante y reproductor que tiene la escuela como institución que somete a los niños y jóvenes a una disciplina anclada en la obediencia y el no cuestionamiento. Y es que las escuelas son un producto histórico del capitalismo industrial, no son una institución natural a los seres humanos. Con anterioridad a ésta la educación también existía, sólo que no estaba monopolizada por la institución educativa. Hay que tener claro, además, que escolarización no es sinónimo de educación.

Mientras el movimiento estudiantil siga creyendo que la escuela y la universidad son modelos que solo pueden reformarse, pero jamás abolirse, nunca podrá proponer la abolición del estado, en vez de su mera re-estructuración. Mientras siga viendo a la escuela y la universidad como los naturales monopolizadores del conocimiento y la educación, seguirá viendo al estado como la natural institución monopolizadora del poder y la coerción.

Cometeríamos un error si echamos la culpa de todo a los dirigentes del movimiento estudiantil, al fin y al cabo ellos hacen su pega como supuestos “lideres”. En realidad quienes tienen la culpa es el propio movimiento estudiantil que no ha logrado profundizar (salvo algunas excepciones) teórica y prácticamente en discusiones y acciones que vayan más allá de la petición por “educación gratuita”. Si los dirigentes pueden emitir estas declaraciones sin preguntarle a nadie y sin que se lleve a cabo un debate profundo, es simplemente porque dentro del movimiento estudiantil no existe un debate profundo respecto a estos temas, el cual sirva como un contrapeso al poder de las orgánicas y dirigentes que lideran el movimiento.

Nosotros les traemos a la memoria a las organizaciones y dirigentes que lideran el movimiento estudiantil (y todos los otros movimientos), que existimos otras personas que pensamos distinto y que no dudaremos en plantear nuestras reflexiones en virtud de generar un proceso de crítica y autocrítica totalmente necesarios para la conformación de cualquier proceso verdaderamente transformador y no auto-complaciente. Ejercicio tan dejado de lado actualmente en donde abunda el discurso de la “unidad por la unidad”, pero cuando ésta no funciona empieza el comentario simplista, el juicio fácil, el argumento por conveniencia y la descalificación habitual.

Este es el primer comunicado del Grupo de Amigos Kontra la Escuela (GAKE), pronto emitiremos más reflexiones y comunicados.