No es que el presente tenga condiciones especiales que nos obliguen a salir a la calle a protestar, pues nuestro tiempo vive encausado en el capitalismo, un sistema social que se perpetúa en base a la explotación y la insatisfacción, por tanto las condiciones para la exaltación y la revuelta son constantes en todos los lugares de este país y del mundo. El encanto de este momento que nos toca vivir es que esa insatisfacción que se vive habitualmente en forma individual o aislada ha encontrado una expresión colectiva.
La reacción colectiva suele expresar su rechazo al autoritarismo político en un país, o a la desprotección social en otro, a la mercantilización de la educación en otros tantos, a la explotación de la naturaleza en algunos, al aumento de los precios de alimentos y transporte en casi todos. Pero pareciera que la acción espontánea de millones de personas alrededor del mundo busca mantener el status quo perfeccionando los instrumentos de su propio sometimiento: más democracia, más trabajo, más educación, más producción.
Todos miran en conjunto al cielo esperando por un héroe que baje del sistema a representar sus aspiraciones sin descubrir su propia fuerza y capacidad como conjunto de seres humanos en la busca de una vida autónoma plena, sin bancos, sin políticos, sin hidroeléctricas ni guerras por fuentes energéticas, sin alquileres, sin escuelas que no enseñan nada más que la reproducción de la misma mierda. Sin Estado, sin Capital.
Pero éste presente aún no se nos escapa, y hacernos cargo de éste tiempo es lo único que nos queda si no queremos que los nuevos políticos, las nuevas fuentes de energía, la nueva democracia que surja triunfante de la actual crisis y sus protestas sean la mierda que tengamos que tragarnos mañana.
¿Para qué luchar?
Luchar para pedir, solicitar, conmover, dar lástima, mendigar.
Luchar para competir, ascender económicamente, mejorar el status social, salir en Tv.
Luchar para controlar, gestionar, gobernar, reformar.
No luchar, mirar para otro lado, “primero yo y que cada uno se arregle como pueda”.
ESTO ES LO QUE OCURRE HOY.
Es lo dominante, lo mayoritario, lo popular, lo bien visto.
Pero puede haber otra lucha, otra política, otros programas, otra organización, otro futuro, otro presente, otra vida, otra sociedad.
PUEDE HABER OTRA LUCHA QUE SEA REALMENTE PARA VENCER. No para que venza un candidato, un partido, una nación, sino para que la humanidad explotada y oprimida pueda eliminar la explotación, las injusticias, las guerras, el dinero, el Capital, el sistema de trabajo asalariado y el doméstico, el Estado político-económico-militar, las fronteras nacionales, raciales y de todo tipo.
Estamos en todas partes, luchamos de muchas formas.
No luchamos por humanizar el capitalismo, sino para acabar con él
No sólo estamos contra el Banco Mundial, la Organización Mundial del Comercio y el Fondo Monetario Internacional, estamos contra cualquier expresión del capitalismo, contra cualquier relación social mediatizada por el mundo de la mercancía.
No sólo estamos contra la “globalización”, el “imperialismo” y el “neoliberalismo”, estamos contra todo lo que caracteriza a este decadente sistema, contra todas sus estrategias “democráticas” de expandir y reforzar su dominio.
No sólo estamos contra el trabajo precario, estamos contra el trabajo asalariado. No queremos tener más jefes, uniformes, obligaciones, horarios ni producción de capital; no queremos alquilar nuestras vidas a cambio de dinero para sobrevivir.
No sólo estamos contra la dictadura y los gobiernos militares, estamos contra la democracia que nos ofrece la ilusión de libertad con propaganda televisiva y justifica la represión y el asesinato legal en nombre de la “paz social”, “el orden”, “la nación”, “la economía” cada vez que alguien se atreve a cuestionarla.
No sólo estamos contra las “leyes de extranjería”, el racismo y la xenofobia, estamos contra patrias y fronteras. La identidad nacional es un engaño para controlar nuestras características locales (muchas veces para convertirlas en un mercado) e identificarnos con la cultura homogeneizadora de quienes controlan el territorio en nuestro nombre y en nombre de la “inclusión social”, el patrimonio o la “pluriculturalidad”.
No sólo luchamos para que todos los niños puedan recibir educación o ir al colegio, luchamos para que la escuela, y todo el sistema educativo, dejen de ser la domesticación necesaria previa a la entrada en el mundo laboral.
No luchamos por el reparto de la riqueza y el equilibrio entre el primer y “tercer mundo”, luchamos por una sociedad sin dinero.
No queremos ni oír hablar de: la izquierda, del mal menor, paz social, subsidios, elecciones, no queremos más administraciones de muerte.
¡LA LUCHA ES AQUÍ Y AHORA!
No tenemos fechas especiales para salir a la calle, no tenemos nada que esperar ni nada que perder. Sólo podemos confiar en nosotras mismos. La transformación social no podrá venir desde arriba, desde los que tienen el poder en sus manos, el poder de imponernos un mundo que no nos pertenece, pero que se alimenta de nuestras vidas.
Sabemos que en esta lucha no podemos contar con partidos, sindicatos y ONGS, al contrario. Pero no importa, somos muchas y, cuando los que allí están rompan con esas organizaciones, escupan al burócrata, al negociador, al intermediario y dejen sólo al portavoz y su triste micrófono, seremos más.
Agitadoras de sueños