Estamos en todas partes: Notas sobre las manifestaciones y disturbios en Brasil

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En las últimas semanas grandes manifestaciones han tomado las calles, avenidas y carreteras de varias ciudades de Brasil. Prejuiciosas, manipuladoras y policíacas, las noticias de los medios corporativos no coinciden con los hechos, acciones y motivaciones observadas en las calles. Construido colectivamente bajo la Red Anticapitalista y Apartidista de Información Política (RAAIP) el siguiente informe presenta una perspectiva informativa y libertaria sobre estas manifestaciones. Este esfuerzo de comunicación autónoma, tiene como objetivo informar a lxs activistas y las organizaciones libertarias de otros países, dar a conocer públicamente algunos antecedentes de estas manifestaciones, la ira colectiva en contra de la violencia de estado, la manipulación mediática de los hechos, y la lucha de la gente contra la injusticia social y la explotación en Brasil.

Contexto

En los últimos años la élite brasileña ha promovido una serie de acciones para fortalecer la imposición de su proyecto de capitalismo / estatismo nacional. Tomando como referencia las políticas desarrollistas de países como China y Sudáfrica, a través de asociaciones público-privadas, el Estado ha promovido diversos programas de aceleración del crecimiento (PAC) en consonancia con la Iniciativa para la Integración de la Infraestructura Regional Suramericana (IIRSA). Para la implementación de estos programas, áreas cada vez mayores de bosque son talados, grandes ríos son represados para la construcción de enormes hidroeléctricas destinadas a la generación de energía para parques industriales. La construcción de la infraestructura para la promoción de la industrialización pesada se lleva a cabo una vez más en detrimento de las poblaciones pobres y de los pueblos indígenas expulsados de sus territorios. El transporte de pasajeros y de carga en Brasil dependen en gran medida de los combustibles fósiles cada vez más caros. Todos los años, los precios de los alimentos aumentan. Las políticas de producción de biodiesel promovidas por el gobierno están llevando al país a una crisis alimentaria sin precedentes. Más y más zonas de cultivos de alimentos están siendo destinadas a producción de biocombustibles. En muchas ciudades, capitalistas y estadistas aprovechan el alza de los combustible para sobreaumentar anualmente el transporte público que controlan. En los últimos tres años también, la especulación inmobiliaria resultó en un aumento de hasta 150% en los precios de alquileres y terrenos urbanos. Como resultado, una parte cada vez más significativa de la población no puede cargar con los gastos básicos.

Casos de corrupción son muy comunes en Brasil. Gobernantes aumentan sus salarios y beneficios que alcanzan decenas de veces el salario mínimo que es de 650 reales (equivalente a $ 300).

Durante más de una década, la idea de una Copa del Mundo en Brasil ha sido promovida a través de los grandes medios de comunicación como fuente de grandes beneficios para toda la población. En el discurso divulgado la copa sería la mejor manera de “elevar la economía, crear empleos y estimular el turismo”. En la práctica, nada más lejos de la verdad. La Copa del Mundo ha servido como detonante para la expansión de las políticas de control , distracción masiva e ingeniería social. Millares de familias son removidas de sus casas para dar paso a proyectos de infraestructura de la Copa en sintonía con políticas de urbanización y especulación inmobiliaria. En este contexto, se aprueban leyes como PL 728/2011, estableciendo un estado de exepción durante la Copa, creando reglas especiales para proteger los intereses de la FIFA y la CBF, criminalizando y persiguiendo a movimientos sociales y disidentes políticos, definiendo como terrorismo cualquier manifestación pública de indignación o descontento.

Movimiento Pase Libre

Las manifestaciones que dieron inicio a una serie de protestas actuales fueron organizadas con base a las convocatorias emitidas por el Movimiento Pase Libre (MPL). El MPL se organiza en una red de jóvenes militantes, muchxs de ellxs apartidárixs y vinculadxs al movimiento estudiantil no institucional. Desde la década de 2000 el MPL viene convocando manifestaciones frente a los aumentos anuales en las tarifas de transporte público en las grandes ciudades. Su principal reivindicación es el fin de la cobranza del transporte público para trabajadores desocupados y estudiantes. A diferencia de otros años, cuando las manifestaciones organizadas por el MPL juntaban como máximo algunos miles de personas, en las protestas contra el aumento del pasaje en marzo de 2013 lo que se vio fue la rápida adhesión masiva de decenas de miles de personas. Las primeras protestas organizadas en Porto Alegre sufrieron una fuerte represión policial, pero a principios de abril se consiguió revocar el aumento de pasajes que había ocurrido semanas atrás. Después de que esas informaciones serán difundidas a través de las redes sociales y los medios de comunicación, otros acontecimientos comenzaron a suceder en otras capitales y ciudades más pequeñas. Con adhesión masiva, diversas reivindicaciones se sumaron a las demandas del MPL. Estas nuevas demandas fueron exhibidas por lxs manifestantes a través de banderas, carteles y gritos en las calles. Mientras que algunos grupos cuestionaron el sistema capitalista en su conjunto, otros iban en contra de la Copa Mundial y sus consecuencias. La gente expresó su descontento con la cobertura de los principales medios de comunicación. Grupos reclamaban del gobierno mejoras en los servicios públicos de educación, salud y seguridad. También estaban los que protestaban contra la corrupción retomando símbolos de los cara pintada, movimiento nacionalista adolescente ampliamente utilizado por los medios de comunicación a principios de 1990 que salieron a las calles para exigir la destitución del presidente Fernando Collor. En muchos casos, los puntos de vista políticos profundamente conservadores estuvieron presentes en medio de las reivindicaciones. Aunque mayoritariamente pacíficas, las primeras manifestaciones fueron duramente reprimidas por los aparatos represivos de los estados. Centenares de personas resultaron heridas debido al uso de armas no letales, muchas fueron arrestadas y golpeadas.

Cobertura mediática, autocensura y distorsión

Ante la gran adhesión de manifestantes, los medios de comunicación corporativos, que durante años habían ignorado el Movimiento Pase Libre, se vieron obligados a cambiar el enfoque de sus coberturas. Las intenciones, sin embargo, eran claras – la cobertura de noticias se crearon con el fin de manipular, dividir y apaciguar las manifestaciones-. Posturas pacifistas colaborativas con el aparato represor pasaron a ser entonces constantemente elogiadas por los reporteros y periodistas que las asociaban con expresiones estéticas de corte nacionalista. Consignas de la época de la dictadura fueron rescatadas en medio de las protestas. Cuestionamientos sistémicos y críticas a las coberturas mediáticas fueron omitidas. De forma extremadamente tendenciosa los medios masivos incitaban a la población a asumir una postura pacifista y nacionalista como la forma más correcta de actuar en las manifestaciones. Al mismo tiempo, los manifestantes más indignados que adoptaron tácticas consideradas más agresivas de protesta fueron retratados como una minoría de vándalos, violentos y anarquistas- demonizados, perseguidos y criminalizados repetidas veces por los medios de comunicación que incitaban a las fuerzas represivas a responder de forma violenta. En Porto Alegre esta tipo de conducta generó gran indignación haciendo que las manifestaciones acudan a las instalaciones del Grupo de medios RBS medios, durante la cual, por dos veces consecutivas manifestantes y policías entraron en conflicto.

Gran parte de la cobertura de las manifestaciones se han producido a través de la cámara de control de tráfico de las ciudades, o de las del aparato represivo. Muchas detenciones han tenido lugar en varias ciudades, y numerosos casos de tortura de jóvenes, adolescentes y ancianos han sido reportados en Internet, apenas divulgados por la prensa y la televisión en términos de número, pero sin profundización.

Hemos visto en los medios de comunicación, absurdas notas periodísticas de autocensura y distorsión de los hechos: tres manifestantes que se escondían de la tropa de choque detrás de un quiosco de prensa, sin darse cuenta, acaban rodeados. En el momento exacto en que serían golpeados delante de las cámaras transmitiendo en cadena nacional, la cemisora de televisión TVCOM del grupo RBS, decidió cambiar la cámara para mostrar imágenes de las manifestaciones pacíficas que tenían lugar en otros puntos de la ciudad. En otro episodio ocurrido en Belo Horizonte, un manifestante con la cabeza abierta, rodeado por una docena de policías que los agredían, es filmado por un periodista que en primer plano dice que el herido está siendo “rescatado” por la policía.

Represión, provocación y violencia

Dada la brutalidad de la policía, un número cada vez mayor de manifestantes comenzó a responder los ataques de los aparatos represores. También la infraestructura estatal y corporativa como vidrieras de bancos y tiendas de cadenas fueron rotas. Edificios públicos fueron ocupados y carreteras bloqueadas. Un número cada vez mayor de policías infiltrados actuaron como agentes provocadores durante las protestas, y por primera vez pequeños comercios fueron atacados, y manifestantes fueron golpeados. También se han visto en las calles grupos de fascistas haciéndose pasar por “apartidarios”, cazando “alborotadores” y simpatizantes por las calles, y tratando de promoverse públicamente con posturas políticamente correctas como recoger la basura y enderezar contenedores derribados por otros manifestantes. Como resultado de la manipulación de los medios de comunicación muchos de los llamados “activistas por la paz” asumieron posturas policías cada vez más evidentes, denunciando y persiguiendo a los llamados “manifestantes violentos”. Muchas personas pasaron a unirse a la imagen nacionalista en varias ciudades. Las manifestaciones se han vuelto más comunes, en muchos casos llegando al nivel de levantamientos y revueltas. Avenidas centrales de las grandes ciudades como Sao Paulo y Río de Janeiro se convirtió en el escenario de enfrentamientos generalizados entre la policía y manifestantes, con la primera usando incluso armas de fuego en contra de este último. Las personas fueron golpeadas y aplicaron detenciones absurdas y arbitrarias, como el caso de arrestos por posesión de vinagre, ya que esta sustancia se utilizaba contra los efectos del gas lacrimógeno. En Pernambuco, nordeste de Brasil, la primera manifestación fue totalmente pacífica. Los actos de destrozos a bancos, iglesias neopentecostales y edificios públicos fueron duramente reprimidas por la masa nacionalista que cantó el himno y tenía la cara pintada con los colores de la bandera brasileña. Hubo acusaciones y persecuciones con el fin de colaborar con el trabajo de la policía. Aún acontecieron actitudes represivas hacia los sectores marginados que se han unido a las manifestaciones. Grupos de manifestantes aplaudían la acción de la policía y pedían la ejecución de los adolescentes que viven en la calle, cuando vieron que realizaban robos durante las manifestaciones.

Acusaciones de conspiración y preparativos para un golpe de estado

Dada la resistencia de los manifestantes batallando en las calles, y en algunos casos venciendo a los aparatos represivos, debido también a la presencia de símbolos anarquistas en las banderas y pintadas durante las manifestaciones, y también gracias a la presencia de las organizaciones libertarias que participan en el Movimiento Pase Libre, gobernantes y militares propugnaron la hipótesis de estar en presencia de una conspiración anarquista internacional en curso para el derrumbamiento del poder. Con conjeturas sin fundamento que se publicaron en los periódicos, libertárixs pasaron a ser investigadxs por la agencia de inteligencia brasileña y fuerzas policiales. Militantes del MPL fueron amenazados de muerte durante las protestas. Un espacio cultural de la Federación Anarquista Gaucha fue allanada por la policía sin orden o identificación. Libros y otros materiales fueron secuestrados, materiales para pintar carteles y pancartas fueron considerados “materiales para la fabricación de cócteles molotovs”. Un mapa con la identificación de los organismos de seguridad fue implantado por la policía para simular un eminente ataque anarquista al Estado. También se planteó la hipótesis de una conspiración del gobierno, incluyendo los sectores de derecha de la policía militar y los medios de comunicación, con el objetivo de llevar el caos a las calles de las ciudades, para poder justificar una intervención o un golpe militar. Esta hipótesis no parece del todo fantasiosa, en algunas ciudades el personal militar se ha demostrado cada vez más presente. Un general de alto nivel se ha posicionado a favor de un nuevo golpe de Estado.

Articulación 

Desde ya, invitar a los grupos e individuos con afinidad con los ideales libertarios, a un esfuerzo colectivo en la divulgación de estas informaciones a través de campañas de información sobre los acontecimientos relacionados con el autoritarismo en Brasil. También es importante que la Copa del Mundo en Brasil no pueda realizarse, para que este evento no sea una excusa para la aplicación de un estado policial de excepción.Llamamos a combatir los discursos nacionalistas que en este momento están siendo divulgados por los medios corporativos de Brasil, al parecer, están preparando el terreno para un nuevo golpe de derecha.

RAAIP – Red Anticapitalista y Apartidaria de Información Política

Texto original en portugués