No solo hay que hablar sobre el trabajo asalariado el 1 de mayo (1). Hay que hacerlo todo el tiempo. Por que el trabajo, su explotación y su alienación, están presentes todo el tiempo en cada rincón del planeta donde vender y comprar se ha convertido en una norma incuestionable.
Está en nuestros barrios que son la sombra de los barrios de los ricos. Los centros comerciales, templos del consumo, son el ejemplo vivo de cómo el salario es devuelto y recuperado por los propietarios que viven de la acumulación del capital, es decir del trabajo de sus empleados – y también en su publicidad que asocia imágenes de auto-realización con productos manufacturados, que ofrece libertad a cambio de afiliarte a una tarjeta o pagar en cómodas cuotas (1).
Nuestra sociedad está basada estructuralmente en dos grupos: los grupos que dominan y los grupos que son dominados. Esta relación social (dominación) se expresa en todos los ámbitos de nuestras vidas(3). En el caso de la economía, el trabajo asalariado es el medio por el cual quienes dominan extraen las ganancias que mantienen sus privilegios, al ser ellos los propietarios/dueños de la producción. Quienes no somos propietarios, estamos condenadxs a la explotación legal o al desempleo(4).
El trabajo no es una elección. Si no trabajas, te mueres de hambre. Así es todos los días para quien tiene que trabajar informalmente para pagar gastos y deudas, pero también para quien trabaja servilmente en un “empleo seguro” para librarse de los despidos y el desempleo. Tenemos que ofrecer nuestro conocimiento y nuestras habilidades físicas y mentales a una autoridad superior (jefe, administrador, supervisor, clientes, etc.) de forma obligada y repetitiva.
El rollo de la “superación” y el “éxito”, la ideología del “emprendedor”, son estrategias de mercado para fomentar el individualismo y la competencia capitalista como valores legítimos. Así la lógica reinante afirma que: los pobres no son pobres porque exista un grupo (reducido) de propietarios que se adueñan de lo que ellos producen, sino porque cada individuo del grupo de pobres y desposeídos “no se esforzó lo suficiente”. Es decir, no fue competitivo en el mercado laboral en el que los propietarios solo se esfuerzan para conseguir más riquezas y, quienes no lo somos, nos esforzamos para no morir de hambre (y pagar cuentas que devolverán el capital a otros propietarios).
Así la lógica reinante afirma que: los pobres no son pobres porque exista un grupo (reducido) de propietarios que se adueñan de lo que ellos producen, sino porque cada individuo del grupo de pobres y desposeídos “no se esforzó lo suficiente”. Es decir, no fue competitivo en el mercado laboral en el que los propietarios solo se esfuerzan para conseguir más riquezas y, quienes no lo somos, nos esforzamos para no morir de hambre (y pagar cuentas que devolverán el capital a otros propietarios).
Los defensores del capitalismo dirán que los propietarios ganan más porque “son los propietarios” y porque seguramente “se esforzaron” para llegar a esa posición. Pero los propietarios, los grupos de poder que controlan los medios de producción, lo son porque la sociedad está dividida en clases sociales, como consecuencia de una larga cadena de explotación histórica. No es algo nuevo, y no se trata de reemplazar propietarios por otros (que ofrezcan un “mejor trato”). Siglos de opresión y explotación, siglos de sociedad de clases (opulencia y servidumbre;mando y obediencia), nos han traído hasta aquí. No necesitamos cambiar de jefe, o de empleo; necesitamos cambiar la sociedad.
“La esclavitud jamás se abolió, solo se redujo a 8 horas”
– 8 horas de sueño (la cantidad de horas adecuadas para dormir han sido determinadas de un modo arbitrario y bajo una lógica industrial para mantener la producción sin acabar con la supervivencia humana)
– 8 horas de trabajo (en muchos casos los trabajos duran 12 horas o más, y también hay mucha gente que tiene que trabajar en más de un trabajo para poder sobre-vivir)
– 8 horas de descanso (descanso = prepararte y preparar tus recursos para el trabajo, gastar tu sueldo pagando el trabajo de alguien más,viajar hacia el trabajo, volver del trabajo, pensar en el trabajo, recuperar energías para seguir trabajando)
“El principio fundamental de la anarquía es la abolición del salario y la sustitución del actual sistema industrial y autoritario por un sistema de libre cooperación universal, el único que puede resolver el conflicto que se prepara. La sociedad actual sólo vive por medio de la represión, y nosotros hemos aconsejado una revolución social de los trabajadores contra este sistema de fuerza. Si voy a ser ahorcado por mis ideas anarquistas, está bien: mátenme.”
– Albert Parsons, antes de ser asesinado en la horca de la Ju$ticia
Dentro del capitalismo no es posible la existencia de “trabajo digno”. Lo que hay es explotación con beneficios.
Seguro de salud, gratificaciones, pensión, etc. Estos beneficios(5) permiten la supervivencia (no morir de hambre o ser menos productivos para el capital por falta salud), pero jamás acabarán con la explotación estructural en la que los verdaderos “beneficiados” -los poseedores y administradores del capital- son una minoría en la cima de una pirámide.
En las democracias capitalistas, las clases dominantes buscan sacar el mayor provecho de la existencia de estos beneficios y de toda forma de reivindicación política de las clases desposeídas. Los partidos políticos y los medios corporativos nunca cuestionarán el dominio y la explotación de un modo radical (buscando la raíz de los problemas); lo reducirán todo a lo técnico, o a lo puramente económico; a problemas sociales que pueden resolverse con una “mejor gestión”, con reformas y “beneficios” que aseguren la supervivencia (pero, sobre todo, asegurar la idea de comodidad y el conformismo generalizado).
Los sindicatos con sueldo son burocracias populistas sin conciencia de clase. Reproducen las lógicas del poder y la ideología ciudadanista que nos dice que “ya no hay clases sociales”, que “todos somos iguales ante la ley” y que hay que luchar por “nuestros derechos”, siempre por la vía legal. Los sindicatos siempre nos servirán para “arreglar” nuestra relación con los representantes Estado y los propietarios del capital sin acabar con ellos.
Ninguna ley beneficia a la población. Las leyes las administran los burócratas para el beneficio de los grupos de poder, son la justificación formal del control estatal sobre la vida de las personas. Las reformas legales permiten la adaptación a determinados contextos sociales (cambios culturales, tecnológicos, etc.), para mantener y afinar el funcionamiento de la economía capitalista en el mundo entero.
Los derechos son ilusiones para olvidar que somos controlados. Los derechos legitiman un sistema de justicia basado en la propiedad privada, las clases sociales (dominantes/dominadxs) y la alienación burocrática. Leyes como la “libertad de expresion” fueron inventadas para el control social y moderar el descontento, haciendo legales determinadas expresiones y criminalizando aquellas que alteran el orden establecido por los ricos y poderosos.
No hay “pulpines”. Hay pulpos gigantescos buscando extraer más ganancias a costa de la explotación de toda una generación.
La Ley de Explotación Juvenil 30288 no es un hecho aislado, es parte de una serie de reformas (“paquetazos”) que permiten a los grupos de poder económico mantener sus privilegios en el mercado. No luchamos contra ella para mejorar la constitución o por activismo coyuntural. Luchamos contra el sistema social impuesto y contra todos sus intentos de precarizar aun más nuestras condiciones de existencia.
(1) Recuerda que la reducción de la jornada laboral a 8 horas de trabajo fue conseguida luego de protestas callejeras generalizadas, y fue vengada por el poder enviando a la horca a 8 trabajadores acusados de asesinar a un policía, pero cuyo crimen real fue defender el pensamiento anarquista. Este es un hecho histórico de la lucha contra la explotación en el mundo.
(2) También existen investigadores sociales pagados por los propietarios para convencer a lxs trabajadores que su explotación no lo es y que puede incluso ser algo “agradable” – luego de comprobar que los explotados, si trabajan con agrado y motivación, son más productivos.
(3) En lo político, económico, educativo, afectivo; entre los seres humanos (por razón de clase, género, etnia); entre los seres humanos y las demás especies (categorizadas como “no humanas”) y entre los seres humanos y la tierra.
(4) El autoempleo es la válvula de escape que permite el sistema a aquellxs que no aceptan “tener un jefe” para que sigan siendo productivxs, para que formen parte de la cadena de producción y consumo de mercancías (aunque de modo “alternativo”).
(5) Hay que aclarar que estos “beneficios” no han surgido de la nada, ni se han conseguido “por las buenas”. Son consecuencia de siglos de lucha y resistencia de la población; de represión, persecución, encarcelamiento y una larga lista de lo que los izquierdistas llaman “crímenes de Estado” (aunque para algunas constituciones, la pena de muerte por cuestionar la legitimidad del Estado ha sido, efectivamente, la ley; aunque actualmente es legal que un policía asesine siempre que justifique que lo hizo ejerciendo su labor). La democracia burguesa es la evolución del fascismo, no su fin. Su filantropía y tolerancia es la fachada para cubrir los muertos y las fosas comunes en todo el planeta tierra.
(x) Celebramos cada vez que alguien se declara en huelga, individual y colectivamente, para parar las ganancias de los poderosos y/o para organizarce por sus propios medios. No tenemos “orgullo obrero” pero tampoco “orgullo vaguitx”. Simplemente no queremos ser “productivos” para un sistema organizado en la inequidad económica y la violencia legal, queremos la desobediencia y la autoorganización en todas las áreas de la vida.